Día de lluvia, perfecto para visitar el barranco de Igueste de San Andrés.
Imaginando el hermoso colorido que nos tiene preparado, nos adentramos en este maravilloso barranco.
El Barranco de Igueste de San Andrés, barranco de la vertiente sur del Macizo de Anaga situado en el Valle de Igueste. Tiene su nacimiento en la zona conocida como "Hoya de la Ensillada" bajo Chinobre y desemboca en el mar después de recibir el aporte de barrancos menores, entre los que destacan los barrancos de Las Piletas y de Chiquina.
Por supuesto la primera parada para un respiro de paraguas y chubasqueros la realizamos junto a nuestro amado Algarrobo, que parece ser hace poco lo utilizaron de basurero (Agradecemos al alma de luz que fue y recogió todos los residuos). ¡Hoy estaba limpio!
El Algarrobo (Ceratonia siliqua) árbol muy ramificado que alcanza hasta los 12 m de altura, de tronco corto pero robusto. Las flores son poco vistosas al ser diminutas, pero desprenden un fuerte olor, nacen directamente del tronco o de ramas laterales en grupos arracimados. Los frutos son las conocidas algarrobas: legumbres algo curvadas que recuerdan a un cuerno aplastado, estas miden hasta 25 cm y son verdosas al principio tornándose pardo negruzcas al madurar. De sus frutos se extrae la pulpa para la alimentación animal o humana. En las islas se hacía gofio.
Seguimos nuestra ruta deleitándonos de tanto colorido, entre cerrajas, cañahejas, pericalis, gamonas, lavándulas......... (En el vídeo de los paisajes de esta ruta pueden disfrutar de toda esta hermosa flora)
Después de tantas emociones, comenzamos el ascenso hacia la cumbre, rodeados siempre de este bello jardín.
El viento azota fuerte, pero el bosque nos abre sus puertas para asocarnos, allí aprovechamos para un buen desayuno.
Recuperadas las fuerzas nos dirigimos hacia San Andrés, comenzando una bajada bastante técnica por el barro, agua, viento, lluvia y mucha vegetación en el camino. Así todo, es un camino precioso.
Muchas partes del camino ya ni se ven por tanta vegetación.
Mucha lluvia nos acompaña en esta bajada, pero no por ello dejamos de disfrutarla.
Cruzamos el cauce del barranco hacia las casas por pura intuición, porque ya el camino no es visible. El viento y el agua azota bastante fuerte en esta zona, por lo que ni la cámara pudimos sacar para fotografiar lo que nos quedaba de ruta hasta San Andrés.
En San Andrés lució el sol y nos dimos un buen caprichito.


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